martes, 18 de octubre de 2011

AL BORDE DE LA LOCURA



Cuando alguien se niega ha obedecer las ordenes o los caprichos del enemigo, esa persona puede ser castigada fuertemente. Puede estar en peligro de muerte o simplemente: “AL BORDE DE LA LOCURA”.

El castigo que me dieron los demonios por no obedecer la orden de hacerle daño a mi Mamá, fue de volverme loca. Estuve en psiquiatría por mucho tiempo. La primera vez que me ingresaron al hospital psiquiátrico duré casi un mes interna. Fue algo traumatizante para mí.

Nunca había estado en un hospital psiquiátrico, y al llegar allí, me quedé traumatizada al ver tantas personas que parecían llegada de otro planeta. Sus mentes estaban completamente fuera de la realidad, otros parecían niños, y otros estaban allí porque las voces los atormentaban, o simplemente porque se querían morir.

Yo me preguntaba: ¿Que habrá marcado la vida de estas personas para estar en psiquiatría y llegar al estado deprimente de la locura? Había algo que me llamaba la atención en algunos de esos pacientes. Y es que en medio de su trastorno mental, eran muy amables y muy cariñosos. Pienso que inconscientemente, ellos estaban dando el cariño que a la misma vez deseaban recibir.

Dios esta muy interesado en aquellas personas que se encuentran recluidas en esos hospitales psiquiátricos olvidados por muchos de sus familiares, y aún por el mismo pueblo de Dios. En el hospital me daban diferentes pastillas. Yo había entrado normal, pero después de tomar esas pastillas, me vi en la misma condición que los demás pacientes. Al principio sólo dormía, no tenia ánimo ni fuerza para hacer nada. No sé adonde se había ido mi mente. A veces mi Mamá iba a verme, hablaba algunas palabras conmigo, y luego no recordaba que ella me había ido a ver.

Las reacciones que había en mi cuerpo y en mi mente eran sólo temporal hasta que las pastillas pudieran hacer su efecto, y mi cuerpo se adaptara a ellas. Los hospitales psiquiátricos se convirtieron en mi hogar, hasta el director del hospital me conocía. Cuando estaba fuera del hospital los demonios me atormentaban, pero cuando estaba en el hospital me dejaban tranquila. Como no podían matarme, se habían propuesto volverme loca. Me puse adicta a las pastillas de dormir, y muchas veces tomaba más pastillas de la que el doctor me había indicado.Hay algo que quiero decirles, ir a un psiquiatra o visitar a un psicólogo no es malo, al contrario fue el mismo Dios que le dio la sabiduría y la capacidad para que ellos puedan ayudar a las personas que lo necesitan. Tomar medicinas tampoco es malo. Dios le dio la sabiduría al hombre para hacerla, y suplírsela a todas las personas que la necesiten. Ahora, hay enfermedades que son provocadas por los demonios, y sólo Jesucristo es la medicina eficaz que puede sanarnos y libertarnos de ellos. Cuando una persona está atormentada por estos demonios, no hay medicinas que pueda ayudarlo, y lamentablemente la ciencia medica desconoce de todo esto. Muchas veces los doctores me decían que para sanarme tenia que tomarme las medicinas. Pero los demonios no salen con medicina. Ellos salen únicamente en el Nombre de Jesús.

El Señor dice en su palabra: «Y esta señales seguirán a los que creen: En mi nombre echaran fuera demonios; hablaran nuevas lenguas; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanaran». San Marcos 16:17).

Hay muchos casos en los cuales las medicinas son muy necesarias. Por ejemplo, hay personas que sufren de ciertos desbalances químicos en el cerebro, provocando reacciones negativas en la personalidad de las personas, afectando su carácter y su estado de ánimo. En ese caso, las pastillas se encargan de regularizar el funcionamiento de esas químicas en el cerebro, permitiendo que poco a poco las personas se vayan recuperando hasta estar completamente sanas.
Se puede comparar con una persona que sufre de diabetes. Si la persona no se pone en tratamiento medico y no se toma sus medicinas o se pone la insulina, probablemente esa persona pueda recaer o pueda morir.

Yo creo 100% que el Señor sana. Y también creo que Él puede glorificarse a través de los médicos. Dios obra por senderos misteriosos. Muchas personas creen que ir a un doctor es pecado o que significa que usted no tiene fe en Dios. Yo más bien creo que eso es ignorancia. Ir a un doctor no es pecado.

Personalmente cuando me siento quebrantada de salud, oro y pido la oración para que el Señor me sane. Si no pasa nada, y mi salud sigue igual o peor, entonces voy al doctor. Si me sano con la medicina que me dio el doctor significa que lo que tenía era una dolencia física, no un ataque de demonios, porque los demonios no salen con medicinas, sino con el poderoso Nombre del Señor Jesús.

Ahora, si al ir al doctor no me encuentran nada, y sigo enferma, entonces sé que son ataques del enemigo, los ataques del enemigo no salen en exámenes médicos. El Señor puede sanarle instantáneamente, pero muchas veces Él desea glorificarse a través de las ciencia medica, y otras veces no hace nada, pero sólo Él es soberano y sabe el por que hace todas las cosas, aunque en el momento nosotros en nuestra humanidad no lo podamos entender.

He oído muchos casos de enfermedades que la ciencia médica reconoce que no puede hacer nada, y que sólo un milagro de Dios puede salvar la vida de X persona. Aun he oído testimonios de médicos que no creen en Dios, y han retado a Dios, y han dicho que si Él existe que haga el milagro de hacer lo que la ciencia medica no puede hacer, y el Señor le ha tomado la palabra a muchos de ellos, y en su propios ojos le ha hecho ver que Él es real, y que nada es imposible para Dios. Porque donde la ciencia medica termina, ahí es que el Señor empieza obrar. Las cosas posibles le corresponde al hombre hacerlas, pero las imposibles le pertenecen a nuestro Dios.

¡Cuidado! no todas las enfermedades son causadas por los demonios.
Muchas personas están enfermas por ataques demoníacos, pero otras sufren de enfermedades psicosomáticas. Gente que se le diagnostican enfermedades hasta el punto de quedar enferma de verdad. Yo estaba leyendo un libro, y hubo algo que me llamó la atención, y es que tres de cada cuatro camas en el hospital están ocupadas por personas que padecen de IEACE: Inclinación Emocional A Creerse Enfermas. Cuando leí ese párrafo, me reí bastante, porque dije: Oh my God, yo era una de esos pacientes.

Si yo no estaba en la oficina del siquiatra, estaba en la oficina de mí médico Generalista; todos los días sentía un dolor diferente, y el día que no me dolía algo, yo misma me decía: ¿Qué raro que no me ha dado ningún dolor? Yo misma llamaba al dolor, y lo peor de todo era que mi médico no me encontraba nada, y frecuentemente me enojaba con él, y le decía que no era un buen medico, y que tenia que volver a la universidad a estudiar. Y que me iba a cambiar de doctor. Pero el doctor sabía que todos mis problemas eran emociónales. Además no me convenía cambiar de doctor. Pues mi doctor Calderón y mi trapista eran los únicos que me entendían.

No quiero pasar por alto hablar de ese doctor. Deseo que donde quiera que él se encuentre, el Señor Jesucristo le bendiga y le guarde. Ese medico fue como un ángel en mi vida. Más que un doctor, se convirtió en mi mejor amigo. Él sentía compasión por todos sus pacientes, y le dedicaba el tiempo que ellos necesitaban.En lo más profundo de mi corazón, yo deseo tener la manera de agradecerle al doctor Aaron Calderón todo lo que hizo por mí. Su labor era tan linda, que yo sentía que se merecía el premio Nóbel. Supe que se mudó de New York y se encuentra viviendo en el estado de Colorado, USA. Al mudarse perdí todo contacto con él, pero donde quiera que se encuentre quiero decirle: Gracias, Doctor Aaron Calderón, por todas las cosas que hizo por mí, y por cada uno de sus pacientes. ¡El Dios del cielo le recompensará!"

Hay muchas razones por las cuales una persona puede verse afectada mentalmente hasta el punto de estar ingresado en un hospital psiquiátrico. Por ejemplo: abusos sexuales, abusos físico y emociónales, maltrato infantil, complejo de inferioridad, y una baja autoestima, etc. Hay otras personas que guardan rencor, raíz de amargura, y odio, y estas son enfermedades que están en el alma y en el corazón, y tarde o temprano se manifiestan en el cuerpo.

Es por eso que muchas personas van a los doctores con diferentes síntomas de enfermedades, y cuando el doctor las examina no les encuentra nada. Muchas veces pueden encontrarle alguna enfermedad, pero por más medicina que tomen no hay ningunas mejoría. ¿Saben por qué? Porque la verdadera medicina que los puede sanar es entregarse al Señor, y luego perdonarse ellos mismo, y perdonar a quiénes les han hecho tanto daño. Deben sacar, expulsar todas raíces de amarguras y resentimientos para que puedan recibir sanidad interior.

La mejor medicina para el alma es el perdón.
Conozco personas que han estado enfermas por muchos años, y la medicina a su enfermedad fue saber perdonar. Así como nosotros queremos que el Señor nos perdone, debemos perdonar. Muchas personas no sienten el perdón de Dios aun cuando Él lo ha perdonado, porque aunque Dios lo perdonó, ellos mismos no se han perdonado. Es como una persona que siente que nadie lo quiere, aunque en realidad tenga muchas personas que lo amen y lo aprecien. Pero si la persona no se ama así misma, nunca podrá sentir el verdadero amor que los demás pueden brindarle, y mucho menos podrán amar a otras personas. Les aconsejo que busquen la ayuda de Dios, busquen ayuda Espiritual, y si la necesitan, también busquen ayuda profesional. Yo necesité de las tres ayudas, pero la que más me ayudó, fue la Misericordia de Dios.

Al salir del hospital psiquiátrico decidí irme de la casa de mi Mamá y rentar una habitación en otro lugar. Sentía miedo de que algún día pudiera hacerle daño como me lo había ordenado el enemigo. Yo no podía pagar mis gastos, a causa de mis problemas psiquiátricos el gobierno me dio el deshabilita. Y veces trabajaba algunas horas en una tienda de vender zapatos. Los dueños de la tienda eran muy buenos conmigo, y cada vez que salía de psiquiatría, ellos me daban trabajo, especialmente para que mantuviera mi mente ocupada.

A pesar de mis desequilibrios mentales, era muy buena empleada, y tenía una gracia especial para venderles a los clientes. Pero a pesar de tener ese trabajo era muy poco lo que podía distraerme, porque los demonios me perseguían a donde quiera que fuera. Incluso en el nuevo apartamento que me mudé, la dueña del apartamento que me rentó la habitación, tenía un altar dedicado a los demonios, y otras dos bordantes que también vivian allá, se dedicaban a leer la taza del café, y adivinar el futuro. Yo, para no quedarme atrás, también le puse un altar al varón del cementerio, el Señor lo reprenda. (Yo iba de mal en peor) estaba como el cangrejo, caminando para atrás.

¡Acaba con tu vida!
A los pocos días de estar en ese lugar, recibí fuertes ataques diabólicos. Los demonios me ordenaron que fuera a la estación del tren de la 181 y san Nichola St. para que me tirara a los rieles del tren cuando el tren pasara. Yo obedecí, y me fui a la estación del tren para suicidarme. Cuando iba por el camino sentía que alguien me llevaba obligada, y la opresión era tan fuerte que no tenía más opción que obedecer y terminar con mi vida.

Cuando llegue a la estación del tren, estaba esperando que el tren viniera para lanzarme encima de él, pero el tren no pasaba. Tenia como 40 minutos esperando, y nada de llegar, entonces me desesperé, y empecé a gritarle al Señor y a decirle que Él ni lavaba, ni prestaba la batea; o sea que Él ni me mataba, ni dejaba que yo me matara. Y mientras le decía que me quería morir, fui sintiendo una paz y un gozo muy grande dentro de mí. Empecé a cantarle al Señor los coritos que me había aprendido en la iglesia. Yo decía dentro de mi: Pero con esta paz y este gozo tan grande que siento dentro de mi, no me puedo suicidar. Y le decía al Señor: Yo sé que esta paz viene de Ti.

Salí de la estación del tren, y saliendo oí el tren que estaba pasando. El Señor lo detuvo todo ese tiempo para que no me suicidara.

La señora que me rentó la habitación se enteró de que me quería suicidar, y me dijo que buscara otra habitación, porque si me suicidaba en su casa, ella no quería problemas con la policía. Llamé a una amiga mía y le dije que no sabía a donde ir, y ella me dijo que conocía a una señora que estaba rentando una habitación. Fui a hablar con la otra señora, y me dijo que podía rentarme la habitación.

Esta señora igual que la otra también tenía altares en su casa. Al entrar al apartamento tenía un altar, en cada habitación había otro altar dedicados a los demonios, y la habitación de ella parecía un cementerio con tantas velas. Ella tenía muchos problemas y sin conocerme me dijo su vida completa. Yo quería que ella terminara rápido de contarme su historia, porque también yo quería decirle la mía. Realmente necesitaba encontrar a alguien con quién hablar.

Cuando por fin pude hablar con la señora y le conté mi historia, ella se quedó sorprendida de todas las cosas que le había dicho. Ella pensó que sus problemas eran grandes, pero al oír los míos se quedó sin palabras. Después que me fui, ella pensó en no rentarme la habitación, porque pensó que ella tenía muchos problemas, y no quería gente en su casa con más problemas, y menos tan complicados como los míos. Al día siguiente, después que salí del trabajo, busqué mi ropa para mudarme en la nueva habitación.

Cuando llegué a la casa de la señora, me cansé de tocarle la puerta, y nadie me abría. Me senté en la escalera del edificio y empecé a llorar. Sentía una tristeza muy profunda dentro de mí. Me acordé del Señor, y le dije llorando: “¿Señor, qué hago ahora? La señora no está aquí; y no tengo adonde ir. Yo no quiero volver a casa de mi Mamá. Señor es tarde de la noche, tengo miedo de que alguien venga y me haga algún daño, y además tengo hambre”. ¡Yo lloraba! Pero un corazón contrito y humillado no despreciara Dios. (Salmos 51:17)

Dios siempre proveerá una ayuda.
Eran casi las 12:00 AM, cuando una Señora salió al pasillo del edificio, y me vio allí sentada. Ella me dijo: ¿Hija, qué haces tú aquí tan sola a esta hora? Ven a mi apartamento. La señora dice, que ella estaba durmiendo y fue despertada, y que ella oía una voz que le decía en el corazón: “Sal al pasillo, vete al pasillo Pero ella decía en su mente: ¿Que voy a buscar en el pasillo del edifico si son las 12:00 AM de la madrugada? Cuando ella salió, me vio sentada en la escalera del edificio, y me dijo: Mi hija, ¿qué haces ahí sentada? ¡Ven a mi casa!

En New York nadie entra a un desconocido a su casa, y mucho menos a esa hora de la noche. Pero yo sé que quién despertó a esa mujer, fue el Señor, y la voz que ella oyó, era la voz de Él. Aquella señora me preparó cena, y se sentó frente a mí. Nunca olvidaré esta palabras que me dijo: Tú naciste para algo especial. El Señor te ama y hará grande cosas a través de ti”. Aquella mujer no era cristiana, pero Dios la usó para ayudarme y darme esas palabras a través de ella.

Después de cenar, ella me acompañó a tocarle la puerta a la otra señora que había quedado en rentarme la habitación, y gracias a Dios, la encontramos ahí. A partir de esa noche me quedé viviendo allá. Yo me sentía desesperada, pero tenia que disimular que todo estaba bien. No quería que la señora se sintiera preocupada, y que quisiera pedirme que desalojara su apartamento. Pues no tenia a donde ir.Una semana después, fui hablar con mi psiquiatra para hablarle acerca del varón del cementerio, y decirle que los demonios me querían matar y que el varón del cementerio me visitaba y estaba conmigo íntimamente. Cuando hablé con la psiquiatra, ella me dijo que yo me sentía así porque de seguro no estaba tomando las medicinas, y que yo estaba muy joven para estar pensando en hombres. Ella no entendía que le hablaba de un demonio, y no de un hombre de carne y hueso.

Salí de su consultorio muy desanimada, y me dije a mí misma: Si de verdad mi vida le pertenece al diablo, entonces se la voy a dar. Estoy cansada de esta lucha. Me fui a una botánica para comprar todas las imágenes posibles de los demonios que pertenecen a las 21 divisiones, y ponerles un altar bien grande, compré velas, agua florida, y un perfume para Anaisa pies, llamado Anaisa anai. Me fui a la casa y puse el altar. Todas las noches me visitaba un demonio diferente, y hasta me decían las ropas que yo tenía que usar.

Una semana después de todas estas cosas, fue un hombre a visitar a la dueña del apartamento. Ese hombre era uno de los brujos más grande de la Republica Dominicana. La dueña del apartamento buscó una botella de ron bien grande, y se la dio al brujo para que los seres que habían en él, se lo tomaran. Los demonios tomaron posesión del cuerpo del brujo. La señora de la casa quería que los demonios hablaran con ella, pero los demonios a través del brujo le dijeron que era conmigo que querían hablar.

Ella me fue a buscar a la cocina y me dijo: Sandy, ellos quieren hablar contigo”. Fui a la habitación y el brujo me agarro fuertemente por los brazos como si me lo quisiese arrancar, pero yo le dije que me soltara y que si los demonios querían hablar conmigo tenían que calmarse.

Salí de la habitación, y la señora volvió a buscarme. Cuando entré a la habitación, el brujo estaba tranquilo, y me dijo que buscara un vaso de agua y una vela y que fuéramos a mi habitación. Cuando fuimos a la habitación, tomó posesión del brujo otro demonio. Aquel demonio a través de él, parecía un toro feroz, respiraba como un animal salvaje, parecía que quería derribar todas las cosas que habían en mi habitación. Yo sentí mucho miedo, pero sabía que no podía mostrarle temor.Le pregunté, ¿qué quién era él? y me dijo, que no le habían autorizado a responderme nada, y que mi marido iba a subir, y que sólo él podía contestarme todas mis preguntas. Él me dijo que estaba enojado conmigo, porque yo no le había guardado nada. Yo le contesté, que yo no sabia que él me iba a visitar, y que además yo no lo conocía. Él me dijo, que tenía que irse porque mi marido tenía que subir. En ese momento fue que me enteré por primera vez que el varón del cementerio me había convertido en su esposa, el Señor lo reprenda.

Cuando el primer demonio dejó el cuerpo del brujo, otro demonio tomó posesión de su cuerpo. Yo pensé que era el varón del cementerio, pero me di cuenta que no era él porque el brujo empezó hablar con voz de mujer. Le pregunté ¿que quién era ella? y también me contestó, que no le autorizaron contestar mis preguntas. Yo le dije que me sentía muy sola porque había dejado al Señor Jesucristo. Y ella me contestó, que no me sintiera sola, porque todas las noches había uno de ellos asignado para visitarme. Me dijo, que quería que yo le hiciera un regalo. Le pregunte que quería de mí; y dijo que quería una bata roja que yo había comprado. Le dije que podía cogerla. Esa bata roja de dormir yo tenía que usarla cada vez que a ella le tocara irme a visitar.

Luego dijo que como nos habíamos hecho amigas, ella me iba a decir su nombre, y que en la 21 divisiónes la llamaban LA PEQUEÑA”. Luego me dijo: Ahora tengo que irme, porque tu marido quiere subir, y él es nuestro jefe, todo le tememos. En realidad no sé que me quiso decir con esas palabras.

Ella dejó el cuerpo del brujo, y fue entonces cuando subió (San Elías - el varón del cementerio -) No tengo palabras para describir la reacción de ese demonio, si el primero parecía un toro feroz, no sé con qué comparar la reacción del varón del cementerio. Yo sólo dije en mi mente: ¿Dios mío que es esto que estoy mirando? Él se quedó un poco más tranquilo, y me dijo que había llegado el momento de revelarme el secreto de mi vida. Me dijo:Cuando tu mamá tenia 5 meses de embarazo, ella te iba a perder. Pero mi amo me mandó a salvarte, y gracias a él y a mí, tú estás viva".
Continuó diciendo: Yo he sido el que te he cuidado todo estos años, a mí es quién tú siempre me has visto. Tú nos perteneces, y te estamos preparando para que trabajes para nosotros. Tu mamá y tú no se llevan bien, pero las dos van a trabajar juntas, porque todo lo que te pasa proviene del lado de ella. Nosotros estamos esperando que tú cumplas ciertos años de edad para llevar a cabo nuestros planes y el tiempo se esta cercando. Cuando el varón del cementerio se refería a nosotros, estaba incluyendo a Satanás, el Señor lo reprenda.

Yo le dije: Si mi vida verdaderamente le pertenece a ustedes, entonces estoy dispuesta a dársela, porque estoy cansada de esta lucha. Pero necesito un favor. Yo quiero que ustedes me den dinero para dejar en buena posición a mi familia allá en san Cristóbal. Ellos son muy pobres, y quiero dejarlos bien. Después ustedes pueden tomar mi vida.

Él me contestó: Pon un vaso con agua debajo de tu cama con una vela por 7 días. A los 7 días, llama al caballo, y él te dará el numero de la lotería para que tú pueda dejar bien a tu familia. Cuando él hablaba del caballo, se refería al mismo brujo por el cual me estaba hablando. Me recordó que mi tiempo se estaba acabando. Ante de el irse me dijo, que estaba enojado conmigo, porque en el altar hacían faltas dos cosas, y yo no la tenía. Él se refería a un refresco rojo para Anaisa pies, y un velón para Santa Marta, el Señor la reprenda.

La misma noche de hablar con él, puse el velón y el vaso de agua debajo de la cama. Tres días después, fui a la bodega y compré el refresco para Anaisa y el velón para santa Marta. Cuando prendí el velón repetí la oración que había escrita en el velón, y luego me acosté, sin imaginar que esa noche Satanás, el Señor lo reprenda, había determinado matarme.

Yo les aconsejo a todas las personas que tienen altares en su casa dedicados a esas imágenes, que se deshagan de esas basuras. Esas imágenes que le llaman santos son demonios vestidos de ángel de luz. La Biblia dice que esos ídolos, muchas veces hechos de plata, oro, bronce, hierro, madera, etc., son hechos por manos de hombres, y que tienen boca, más no hablan, ustedes se cansan de hablar con ellos, pero ellos no le contestan. Tienen ojos, más no ven; orejas tienen, más no oyen; tienen narices, más no huelen; manos tienen, más no palpan; tienen pies, más no andan, la gente tiene que llevarlos encima de sus hombros si desea moverlos a otro lugar. No pueden hablar con su garganta. Y semejante a ellos son los que los hacen, y cualquiera que confían en ellos. (Salmos 115:4-8)

Muchas personas testifican de los favores y los milagros que han recibidos de las imágenes que tienen en su casa, pero realmente esas imágenes a las cuales llaman santos, no pueden hacer nada. Ese milagro que usted testifica los hicieron los demonios. Ellos toman posesión de esas imagenes, se esconden detrás de ellas, y le otorgan su petición para que usted siga confiando en ellos, porque el diablo sabe que a Dios no le agrada eso, y que eso es idolatría, y ningún idolatra entrará al reino de los cielos.

El único propósito del enemigo es llevarlo a usted al infierno. Pero para eso el Señor dejó su palabra, la Biblia, para hablarnos a través de ella, y dejarnos saber las cosas buenas que debemos hacer, y las cosas malas que no debemos hacer, y no sólo eso, sino que también nos deja saber las consecuencias de la obediencia y las consecuencias de la desobediencia.

En el libro de los Salmos 10:11, dice que confiemos en Yahvé. Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. El Señor ha rescatado a muchas personas que practicaban la brujería, gente que tenía grande pactos con Satanás, gente esclava de pactos satánicos, y que hoy son libres en Cristo Jesús, y el Señor les ha enviado a testificar de a donde Él les sacó, y cómo los libró de las garras del enemigo.

¿Saben por qué el Señor quiere que testifiquemos? No es precisamente para que divulguemos nuestra vida pasada por los cuatros vientos, es para que aquella vidas que se encuentran atadas por el enemigo, y que no saben que hacer, escuchen la Palabra de Vida, escuchen que todavía hay esperanza para ellos. Y que puedan saber que Satanás no es todopoderoso, ni puede hacer lo que le de su gana, porque hay alguien que lo derrotó, y todos los que han creído en esa persona lo seguirán derrotando. Esa persona se llama Jesús.

Yo nunca me cansaré de gritarle al mundo los milagros que Dios hizo en mi vida. Nunca me cansaré de hablar de su amor y su misericordia. No puedo ser mala agradecida con mi Señor. Hay muchas personas a las que Dios ha hecho milagros grandes en su vida, y se han quedado calladas. No testifican, porque sienten vergüenza. Hay otros que dicen que todavía no están preparados, y siempre están poniendo excusa. Muchos han enterrado lo talentos que el mismo Señor ha puesto en sus manos.

El Señor está esperando que usted sea agradecido, y de por gracia lo que ha recibido. No se avergüence de testificar lo que Dios ha hecho en su vida, ni de donde le sacó. Su testimonio puede ser el canal que Dios quiere usar para salvar muchas vidas que se encuentran hoy como estaba usted. Usted es canal que Dios quiere usar para llevar una palabra de aliento, una palabra de esperanza, una palabra de sanidad y de salvación a esa vida. Viva agradecido de Dios, y recuérdele a su alma cada uno de los favores recibidos del Señor, y se dará cuenta que hay muchas cosas porque vivir contento y agradecido de Dios y de la vida que Él le ha dado.

De gracias por lo poco o mucho que usted tiene, y ya deje de quejarse por las cosas que le hacen falta. Hay muchas personas que tienen menos que usted, y aún así están agradecidas de la vida, y muy agradecidas de Dios. De gracias por la vida, porque hay muchos en el mundo que ahora mismo están agonizando sin ninguna esperanza. De gracias por su salud, porque hay muchos que no la tienen. De gracias por sus ojos, porque hay muchos que no pueden ver. De gracias por sus pies, porque hay muchos que no caminan. De gracias por su oídos, porque hay muchos que no pueden oír. De gracias por sus manos, porque hay muchos que no las tienen. De gracias por su trabajo, porque por más duro que sea y por más malo que sea su jefe, hay muchos que desean conseguir un trabajo como el suyo. De gracias por sus hijos, porque hay muchos que anhelan ser padres y no pueden. De gracias por su casa, porque aunque no sea la mejor, es un techo que muchos desean tener. De gracias por su cama, porque aunque no sea muy cómoda, hay muchos que duermen en el piso. De gracias que a pesar de todos sus sufrimientos, usted está vivo, y no muerto quemándose en el infierno. De gracias por la comida que Dios le provee, porque hay muchos que se acostaran sin comer. De gracias, sea agradecido, porque ningún mal agradecido irá para el cielo. Siéntase orgulloso de lo que usted es. Agradézcale a Dios por sus favores, y verás como las bendiciones para su vida irán en aumento. Hay muchas personas que Dios quiere bendecir, pero no reciben más por malos agradecidos. No sea usted uno de ellos.

Sandy Bergmann

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