martes, 11 de octubre de 2011

¿HAS PENSADO QUE EL DEMONIO QUIERE DESTRUIRTE?



Vivimos unos tiempos en que el materialismo y el racionalismo dominan por doquier.

Para muchos de nuestros contemporáneos sólo existe lo que se puede ver, tocar o medir. Son materialistas a ultranza, no aceptan las realidades espirituales. Quizás, como mucho, puedan aceptar la existencia de un Dios Creador y poco más, pero un Dios lejano y distante de la vida de los hombres. Para ellos, hablar de ángeles o demonios es algo irreal. Todo lo que sucede se debe a causas meramente naturales y no debemos pensar en causas sobrenaturales o influencias del más allá. Hay que ser razonables y buscar la razón y el porqué de todas las cosas, buscando solamente en médicos y científicos la solución a los problemas.

Para estos inteligentes, las imágenes religiosas, las bendiciones u oraciones son inútiles y el diablo simplemente no existe. Sin embargo, todos los santos, que han sido profundamente espirituales y han experimentado el poder del maligno, nos hablan de él, de su influencia nefasta a todo nivel y de cómo defendernos. Seamos cuerdos y no neguemos fácilmente algo que no hemos podido constatar personalmente.

La Biblia nos habla del maligno y lo mismo la Iglesia con su autoridad y experiencia de siglos.

Además, hay muchos que lo siguen como a un dios y lo adoran, cayendo en la aberración más grande de un ser humano, creado para amar, pero decidido a odiar por propia voluntad hasta en el infierno por toda la eternidad.

Por eso, porque existe el diablo y quiere nuestra ruina temporal y eterna, nuestra vida es una lucha constante contra él. Nadie está exento de esta lucha difícil, pero la victoria está asegurada, si acudimos sin cesar a la ayuda de Dios. Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rom 8,31).

DIOS CREADOR
En el silencio de la eternidad, antes que el mundo existiese, cuando no existía el tiempo... Antes del primer día en los millones de años de edad del Universo, el amor de Dios llenaba los "espacios infinitos"... Y decidió compartir su amor y crear a los ángeles. Los creó espíritus puros, de una naturaleza superior a la humana, con una inteligencia sublime, llenos de amor... Y los hizo libres. Pero muchos de ellos se rebelaron contra el Dios Amor y no quisieron obedecer sus designios. Algunos dicen que quisieron ser como dioses, otros dicen que no quisieron aceptar el designio divino de que una mujer, una simple criatura humana, fuera superior a ellos en amor y santidad. No la aceptaron como su Reina... y ellos mismos se alejaron del Amor y rechazaron a Dios. Y su "corazón", en vez de amor, quedó lleno de rencor, de odio, de violencia y desesperación. Y así ellos mismos se "fabricaron" su propio infierno y se convirtieron en demonios.

En el Apocalipsis se nos presenta el pecado de los ángeles como una derrota entre los ángeles buenos, capitaneados por San Miguel, y los malos dirigidos por Lucifer. "El dragón y sus ángeles no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar en el cielo. Fue arrojado el dragón grande, la serpiente antigua, llamada Diablo y Satanás,que extravía a toda la redondez de la tierra" (Ap. 12,8-9).

Después Dios creó a los hombres para ser sus hijos y llenarlos de felicidad con dones maravillosos como la impasibilidad, inmortalidad, integridad, ciencia infusa... y también los hizo libres. Pero nuestros primeros padres, instigados por los ángeles caídos, también desobedecieron gravemente a Dios. No importa saber ahora cuál fue en concreto aquel primer pecado por el cual perdieron para ellos y sus descendientes los dones preternaturales, que Dios les había concedido. Lo que sí debemos pensar es que, a pesar de todo, Dios no nos abandonó a nuestra suerte, sino que nos dio una nueva oportunidad. El Padre envió a su Hijo para que fuera nuestro Redentor y nos demostrara su amor. Jesús aceptó sufrir como nosotros y vivir como nosotros, como un amigo, como un amigo cercano, quedándose después para siempre con nosotros en la Eucaristía.

Lo cierto es que, con ese primer pecado, comienza el drama del dolor y sufrimientos de la humanidad. Un solo pecado fue el origen de todos los sufrimientos de todos los hombres de todos los tiempos. Y la lucha contra el mal continúa y continuará hasta el fin de los siglos. ¿Estás preparado para la lucha?

UN DURO COMBATE
A partir del pecado de nuestros primeros padres "el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre" (Cat 407). Por eso, toda la vida humana es un combate contra el mal. "A través de toda la historia humana se extiende una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día, según dice el Señor" (Cat 409). "El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia su creador y, abusando de su libertad, desobedeció al mandamiento de Dios" (Cat 397). De ahí que "el hombre esté dividido en su interior y toda la vida humana, singular y colectiva, aparece como una lucha, ciertamente dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas" (Cat 1707). Por eso, no es de extrañar que el mismo San Pablo nos hable de que "no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero" (Rom 7,19). Y "para que no me engría (de mis revelaciones) me fue dado un aguijón en mi carne, un ángel de Satanás, que me abofetea para que no me engría" (2 Co 12,7). "Nuestra lucha no es contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los malos espíritus" (Ef 6,12). El mismo Jesús "permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por el diablo", que es "mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8,44). Por eso, uno de sus mayores triunfos en la actualidad, es hacer creer que él no existe y que todos los males que existen se deben simplemente a la debilidad humana.

Como decía un escritor alemán: Nada alegra tanto al diablo como leer el anuncio de su muerte en los periódicos. Es curioso que, mientras los grandes de este mundo están ávidos de publicidad y de que todo el mundo hable de ellos, Satanás, por el contrario, procura desaparecer y pasar inadvertido para así poder trabajar mejor en la sombra sin atacantes directos.

Lamentablemente, no sólo los ateos sino también muchos católicos niegan la existencia del diablo. En una parroquia, el sacerdote les dijo a sus catequistas: No hablen del diablo a los niños. Esto por dos motivos. Primero, porque hay que evitar traumatizarlos, y segundo, porque no existe. Un catequista le respondió: El diablo existe, porque el santo cura de Ars lo veía y se enfrentaba con él. Y el sacerdote le contestó: Si el cura de Ars hubiera comido menos patatas, no habría visto al diablo”.

En una conferencia sobre el diablo, el charlista, al ver que no todos estaban de acuerdo sobre su existencia, les propuso una votación. Ganaron por mayoría absoluta los que negaban su existencia y así el charlista pudo decir, convencido: El diablo no existe por decisión popular y así lo dicen las encuestas a nivel nacional. El diablo es una fabricación de la mente humana. Y se quedó tan tranquilo, como si las grandes verdades pudieran definirse por mayoría de votos. Sin embargo, el Papa Juan Pablo II el 31-3-85 en su mensaje a los jóvenes del mundo entero les decía: No hay que tener miedo de llamar por su nombre al primer artífice del mal: el maligno. Sin embargo, para algunos teólogos modernistas, el diablo es la personificación del mal, algo abstracto y sin existencia personal. Por eso, el Papa Pablo VI escribía: "El mal es un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad, misteriosa y temible. Por eso, se aparta de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien rehúsa reconocer su existencia o quien hace de él un principio autónomo sin tener su origen en Dios como toda criatura; o lo explica como una seudorealidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestros males... El capítulo sobre el demonio y sobre la influencia que él puede ejercer sobre cada una de las personas como sobre las comunidades, sobre toda la sociedad y sobre los acontecimientos, es un capítulo muy importante de la doctrina católica, que debería estudiarse más, pero que hoy poco se hace" (15-11-1972).

Juan Pablo II decía que "el diablo vive en una radical e irreversible negación de Dios y trata de imponer a la creación y, sobre todo, a los hombres, su trágica mentira sobre el bien, que es Dios... En esta condición de mentira existencial, Satanás se convierte también en homicida, es decir, destructor de la vida sobrenatural que Dios había colocado en él desde el principio y en las criaturas hechas a imagen de Dios" (20-8-1986). "Él es el insidiador del equilibrio moral del hombre" (8-3-1987).

Él, "como león rugiente, anda buscando a quien devorar" (1 Pe 5,8). Pero no tengamos miedo. "El diablo puede ladrar, pero nunca morder, sino sólo al que quiere dejarse morder" (San Agustín). La victoria está en nuestras manos. Todo depende de nuestra decisión. De ahí que Dios mismo nos dice: "Mira, hoy pongo ante ti la vida con el bien, la muerte con el mal... Os he propuesto la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge la vida para que vivas tú y tu descendencia" (Det 30,15-19).

¿Qué vas a escoger? ¿Cuál es tu decisión?
"Resistid al diablo y huirá de vosotros" (Sant 4,7). "Resistidle firmes en la fe" (1 Pe 5,9).

LOS DEMONIOS
"El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos" (Cat 391). Su pecado consistió "en que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino" (Cat 392). Precisamente, "el carácter irrevocable de su elección y no un defecto de la infinita misericordia divina es lo que hace que el pecado de los ángeles no pueda ser perdonado" (Cat 393). Es decir, Dios no los puede perdonar, porque ellos no quieren ser perdonados, prefieren vivir así con odio a Dios y a los hombres eternamente. Satanás es el jefe o príncipe de los demonios. Era la criatura más bella creada por Dios y quedó transformado en el monstruo más horrible.

Satanás es el mal en continuo movimiento, es la mentira y la oscuridad personificadas, es lo opuesto al amor de Dios, es el odio y la violencia en persona... y quiere dominar sobre toda la humanidad y construirse su propio reino de tinieblas y oscuridad, imitando en todo lo que puede a Dios. Por eso, se le llama con frecuencia "el mono de Dios".

"Es el príncipe de este mundo" (Jn 12,31). San Pablo dirá que es "el dios de este mundo" (2 Co 4,4) y San Juan que "peca desde el principio" (1 Jn 3,8). Él es la serpiente antigua, que tentó a nuestros primeros padres, y Dios la maldijo: "Maldita serás... pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Ella te aplastará la cabeza" (Gén 3,14-15).

Satanás tiene mucho poder debido a su naturaleza angélica. Él es el jefe de millones y millones de demonios entre los que hay una jerarquía o sumisión de esclavitud y no de amor. Ellos están llenos de odio contra Dios y los hombres. Pueden manifestarse de diferentes formas a los ojos humanos, pues son espíritus y, por tanto, sus apariencias visibles dependerán de lo que quieren causarnos. Si quieren causarnos agrado y atractivo, pueden presentarse como ángeles de luz, "galanes", incluso pueden tomar la apariencia de Jesús o de caballeros o damas bellas y simpáticas... o de niños inocentes, que nos invitan a desobedecer. También pueden presentarse bajo las formas más horripilantes que podamos imaginar, cuando quieren inculcarnos miedo y temor. A veces, a los santos se les presentancomo gigantes con cuernos o sin cuernos, con alas negras o sin ellas, con olores agradables o desagradables.

La imaginación se queda corta ante la gran variedad de figuras bajo las cuales se pueden presentar, generalmente, para asustar. Y esto, no solamente en apariencias visibles, también lo hacen a través de pensamientos, fantasías e imaginaciones de las más variadas e inculcando sentimientos de suicidio, tristeza, temor a condenarse, miedo, desesperación, etc. Su presencia, aunque invisible, siempre causa inquietud y desasosiego; mientras que Dios y sus ángeles siempre nos dejan alegría y paz. Algunos santos, sabiendo que pueden presentarse bajo la apariencia de Jesús, de María o de santos y ángeles, para no engañarse, les echaban agua bendita o les hacían repetir: ¡Viva Jesús! ¡Viva María!

De todos modos, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por ser espíritu puro, pero siempre criatura. Es un gran misterio el que Dios permita la actividad diabólica, pero nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para el bien de los que le aman (Rom 8,28).

Publicado por Wilson

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